Introducción (Grabadores contra el franquismo)
¿Por qué Estampa Popular? Sería un error afirmar que Estampa Popular ha sido olvidada en los estudios del arte español del siglo XX. Desde el principio, los grabadores llamaron la atención de una parte importante de los especialistas más progresistas. En 1966, sólo seis años después de iniciadas las actividades de la primera agrupación, ya se les había consagrado, además de variados artículos, una parte importante de las últimas páginas de El realismo, entre el desarrollo y el subdesarrollo, escrito por Valeriano Bozal.[3] En los estudios sobre el tema publicados con posterioridad, los grupos eran siempre mencionados aunque sin ser objeto de un estudio más profundo que el llevado a cabo con anterioridad. Como se irá viendo, se trataba de trabajos realizados por personas que se encontraban muy próximas a los grabadores, en lo espacial y en lo temporal. De una manera o de otra, todas ellas «habían estado allí» cuando los grabadores estaban en activo. Por eso, al referirse a Estampa Popular combinaban en sus afirmaciones la condición de analista, crítico e historiador con la de testigo. Los recuerdos, las impresiones y también los documentos eran, casi siempre, los del autor. De hecho, al margen de la erudición, la brillantez de análisis y la experiencia de los historiadores en cuestión, como indica Paul Ricoeur es esta condición de testigos la que posibilita y avala su relato,[4] aunque habitualmente no se explicite. Por otra parte, las primeras tesis, tesinas y otros trabajos de investigación académicos sobre los grabadores se elaboraron cuando Estampa Popular aún seguía en activo, poco después de la muerte de Franco.[5] Éstos, y los que se realizaron a continuación,[6] se centraban siempre en alguna de las agrupaciones, habitualmente en aquélla que resultaba más cercana a los investigadores. No hubo pues ningún estudio general que se ocupara de todas ellas. Sin embargo, gracias a estos trabajos quedaron recogidos datos, hechos y experiencias que, de otro modo, poco habrían tardado en perderse. Desgraciadamente, salvo en contadas ocasiones,[7] los resultados no alcanzaron demasiada difusión puesto que no llegaron a publicarse. De esta manera, a pesar de que el tiempo haya pasado, las obras más accesibles para encontrar información sobre los grabadores siguen siendo los textos de los críticos e historiadores mencionados en primer lugar. El principal problema que ha supuesto esta situación, unida a la dificultad para estudiar las fuentes primarias, es que ha acabado por convertirse en origen de paráfrasis.[8] Prácticamente había sólo una voz, un testimonio, un recuerdo, un análisis, y eso dejaba muchas regiones en la sombra. Había demasiados sobreentendidos y omisiones como para que una persona desvinculada de ese momento histórico pudiera hacerse cargo del mismo. En las últimas décadas han tenido lugar varias exposiciones sobre los grupos que han favorecido la difusión de su obra. Anteriormente, ésta sólo podía conocerse si se había visto en las muestras de algunas de las agrupaciones (es decir, entre los años sesenta y los primeros momentos de los ochenta), o si, por suerte, en las publicaciones había alguna reproducción. La mayoría de las veces, la organización de las exhibiciones más recientes ha llevado a ponerse en contacto con los artistas y con personas cercanas a ellos, gracias a esto en las últimas décadas han entrado en escena personas que, hasta esa fecha, habían tenido pocas oportunidades de ofrecer su versión de lo sucedido. Una de las principales virtudes de estas exposiciones ha sido, además, la de ejercer de detonante para que quien nunca se había encontrado ante estas obras, pudiera formularse algunas preguntas propias. Ciertas cuestiones han sido resueltas por las mismas necesidades de estas muestras retrospectivas, pero muchas otras han salido a la luz gracias a ellas. Por ejemplo, de no haber sido por la exposición Andalucía y la Modernidad[9] y su sala dedicada a los grupos andaluces de Estampa Popular, difícilmente habría nacido el interés que motivó que se emprendiera esta investigación. Por ser la primera en mucho tiempo (y la única) que intentaba hacerse cargo de todas sus agrupaciones,[10] la exposición Estampa Popular celebrada en 1996 en el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), así como su catálogo de igual título,[11] se han convertido en la referencia en relación con los grabadores. Además del gran interés de los testimonios de los artistas y de las reproducciones de las estampas contenidos en esta publicación, en esta muestra se cruzó la información procedente de varios trabajos de investigación anteriores.[12] Junto con eso, los estudios monográficos que se han llevado a cabo acerca de algunos de los componentes de Estampa Popular han permitido arrojar algo de luz en un panorama que era sólo patrimonio de la memoria de un número contado, y cada vez más reducido, de personas[13]. Todo esto ha permitido que ahora se pueda llevar a cabo un estudio que intente situarse «más allá» de la experiencia. Es hora, quizá, no de fijar imágenes, sino de señalarlas y ponerlas de relieve antes de que se evaporen.[14]
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