Epílogo
El personaje culto, fascinante y polifacético que fue el Doctor Bartolomeo Giovenardi llegó en 1633 a la corte de Felipe IV como hechura del Infante Cardenal. En un momento oportuno, ya que es la gran novedad y llena el vacío que habían dejado dos de los músicos mimados del Alcázar y favoritos de la familia real: el gambista y vihuela de arco Henry Butler, ausente con licencia en Inglaterra desde el 11 de abril de 1632, y el tiorbista Filippo Piccinini, ausente de la corte durante todo 1632, cuando era músico de tiorba de la capilla. La aparición de Giovenardi con su arpa a tre registri, el archilaúd y el cimbalo perfetto en el Alcázar de Madrid puede ser calificada de espectacular, aunque el cobro de los gastos de construcción y transporte de los instrumentos se dilató durante años, incluso tras su muerte. A su faceta de músico y teórico se superpone su importante actividad de consejero político, que llegó a relegar por completo sus obligaciones como arpista de la...
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