Conclusiones (Grabadores contra el franquismo)
Carácter de las agrupaciones Estampa Popular fue el resultado de un cruce de caminos en el cual confluyeron la propuesta pictórica, la actividad cultural, la acción política, las implicaciones sociales y la utopía. De un modo u otro, sus componentes estuvieron profundamente ligados a todos los planos de la actividad crítica del momento que vivieron. No en vano, a partir de la década de los sesenta, estos grupos fueron un lugar de encuentro para todos aquellos pintores que se habían interesado por relacionar su trabajo artístico con el mundo que les rodeaba. Se oponían así al régimen y a la idea de un arte ajeno a los aspectos más concretos y urgentes de la vida. En estas agrupaciones tomaba cuerpo el momento en el que una serie de personas distintas, de artistas e intelectuales con sus inquietudes propias, se encontraron vibrando en la misma frecuencia. Al sumarse a esta iniciativa, y también al abandonarla, los creadores respondían no sólo a una situación histórica, social o artística, sino también a unas inquietudes personales. En efecto, en Estampa Popular encontramos un componente de libertad y de desinterés, de confluencia entre lo individual y lo grupal, que les dotaba de un carácter ciertamente peculiar. No se puede decir que entre sus componentes existiera una trabazón lo suficientemente sólida y uniforme como para hablar de un colectivo. A pesar de que sus miembros en algún momento se definieran como tal y de que haya sido habitual que se les denominara «movimiento», no creemos que se les pudiera calificar de ese modo. Consideramos que hay que ver a Estampa Popular formando parte de una corriente más amplia, la del realismo crítico en sus distintas variantes, que tenía que ver con otras manifestaciones culturales del momento, más allá de lo pictórico. Para describir a estas agrupaciones, consideramos mucho más interesante y ajustada la idea de red. Entre todos los artistas, y también entre éstos y los intelectuales que les brindaron su ayuda, se tejió una estructura flexible al tiempo que efectiva que les permitió sobrevivir y actuar. Ésta permitía que cada núcleo se organizara de la manera que juzgara más conveniente y también posibilitaba acciones conjuntas diversas. En cada uno de los grupos, uno o varios grabadores llevaba a cabo las labores articuladoras y de organización mientras que la implicación de los demás era muy variable. Así, los principales coordinadores y organizadores fueron Pascual Palacios Tárdez, Ricardo Zamorano o Francisco Álvarez en el caso de Madrid, duarte, cortijo y Cristóbal en córdoba y sevilla, ibarrola en el País Vasco, Tomás Lloréns para los artistas valencianos, Carlos mensa y esther boix en Cataluña, así como elvira martínez, Xavier Pousa, Isaac Díaz Pardo y reimundo Patiño en el caso gallego. En el extremo opuesto se encontraban quienes, como Antonio saura o Francisco mateos, simplemente proporcionaban su obra para ser expuesta. Además de todo esto, más allá de los pintores que movían cada núcleo o, mejor dicho, en relación con todos ellos, se encontraba José García ortega. Aunque estaba exiliado en Francia, su carisma y la leyenda de artista militante exiliado que le acompañaban tuvieron un papel fundamental en el impulso, la definición y la extensión geográfica de Estampa Popular. Este pintor es una figura ineludible en cualquiera de los relatos de la fundación de los grupos. Independientemente de lo que esto deba al mito lo cierto es que García ortega fue el único elemento que todos los puntos de esta red tuvieron en común, junto con la vocación social y artística. Al partir, cada uno de sus componentes se llevó consigo una experiencia personal que trascendía el tiempo que había colaborado con Estampa Popular. Precisamente por eso, porque fue un grupo basado en una actitud personal aunque compartida ante la vida, ante el arte y ante el mundo, preferimos entender su historia como el resultado de una transformación. Al relatar la historia de Estampa Popular se ha evitado interpretarla según un modelo, clásico y tópico, de nacimiento, desarrollo, decadencia y muerte. El empleo de este vocabulario en algunas partes de este libro, por lo tanto, no forma parte de un discurso de este tipo. Si no, se habría transmitido una imagen errónea de unos grupos que, en definitiva, estuvieron compuestos por personas cuyo recorrido fue más allá de la agrupación de la que formaron parte. Por eso, tampoco nos hemos centrado exclusivamente en el periodo de los años sesenta, con el que tradicionalmente se asocia su actividad. Como se ha explicado a lo largo de estas páginas, ése fue el momento en que una parte muy concreta de la crítica de arte española los consideró de interés pero no se trató, ni mucho menos, de su periodo real de actuación, que fue mucho más amplio. Vista de esta manera, Estampa Popular se muestra más profunda e implicada con su medio, puesto que se observan en ella una serie de transformaciones que tenían que ver, precisamente, con la adaptación a un periodo largo de tiempo. No se trató, pues, de una agrupación de personas impermeables e insensibles a su época, aferradas al anacronismo. La introducción de nuevas técnicas de reproducción o de temáticas que implicaban la incorporación de nuevas preocupaciones de la protesta son buenas muestras de ello. Así, se puede observar un interesante panorama de las relaciones que tuvo esta forma de oposición con la evolución política y social española después de la década de los sesenta. Asimismo, llegar prácticamente hasta nuestros días en este estudio, nos ha llevado a comprobar cómo las obras de arte son unos artefactos cuyos efectos van mucho más allá del momento en que fueron creados. Estampa Popular fue la articulación más efectiva para lograr reunir a la mayor cantidad posible de artistas contra el régimen. Que unos artistas jóvenes se decidieran a formar una agrupación de grabado que no les iba a reportar ni dinero, ni trabajo, ni fama, ni un buen rato, era algo excepcional. Ninguna otra consiguió una participación tan amplia, ni estuvo activa durante tanto tiempo. Y esto fue así a causa de los componentes de desinterés y libertad que se encontraban en su seno.
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