Capítulo 4: Sobre las leyes de la mente

¿Qué se entiende por leyes de la mente?

Qué sea la mente, así como qué sea la materia, o cualquier otra pregunta referida a las cosas en sí, como diferente de sus manifestaciones sensibles, son cuestiones cuyo tratamiento queda fuera de los propósitos de este tratado. Aquí, como a lo largo de toda nuestra investigación, nos mantendremos ajenos a toda especulación con respecto a la auténtica naturaleza de la mente, y comprenderemos por leyes de la mente las de los fenómenos mentales de los diversos sentimientos o estados de consciencia de los seres sentientes. Los fenómenos mentales, de acuerdo con la clasificación que hemos seguido regularmente, consisten en pensamientos, emociones, voliciones y sensaciones, siendo las últimas estados tan auténticos de la mente como los tres primeros. Efectivamente, es frecuente que se hable de las sensaciones como estados corporales, no de la mente. Nos encontramos aquí con una confusión habitual, dar uno y el mismo nombre a un fenómeno y a la causa próxima o condiciones del fenómeno. El antecedente inmediato de una sensación es un estado del cuerpo, pero la sensación en sí misma es un estado de la mente. Si la palabra mente significa algo, significa aquello que siente. Sea cualquiera que sea la opinión que sostengamos con respecto a la identidad o diversidad fundamental de la materia y el espíritu, en todo caso la distinción entre hechos mentales y físicos, entre el mundo interno y el externo, siempre permanecerá como un asunto de clasificación, y en esa clasificación, las sensaciones, como cualesquiera otros sentimientos, deben ser clasificadas como fenómenos mentales. El mecanismo de su producción, tanto en el cuerpo como en lo que se llama la naturaleza externa, es todo lo que puede con plena propiedad clasificarse como físico.[1] Los fenómenos de la mente, entonces, son los diversos sentimientos de nuestra naturaleza, tanto los impropiamente llamados físicos como los peculiarmente designados como mentales: así que por leyes de la mente entiendo las leyes según las cuales esos sentimientos generan otros.

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