Apostilla conclusiva no-científica al juicio moral en Historia

No discutiremos que, de entre los dones que engalanan el alma del historiador, la capacidad de «pensar en sentido general», de pensar en lo «verosímil», de pensar «en posibilidades» es suprema soberana. Es su raíz. Hacen los historiadores del pensar cotidiano principio de la profesión académica, sí. Pero, si antes nos era posible organizar ahí el límite y el origen del fin de la analogía entre ciencia natural e historia, fundadas ambas sobre «facultades» distintas aunque no excluyentes, desde el otro lado el ejercicio de honestidad en el argumento ha de ser idéntico. Una vez las necesidades primeras han sido cubiertas, que vengan con todo derecho las segundas –podrá exigir alguien con toda razón. Y es que, de ser los dones compatibles, ¿por qué decidirse por lo más burdo y no por lo más sofisticado? ¿Por qué porfiar en la actitud moralizante? ¿Qué motivos podríamos tener para sostener tenazmente la posibilidad de un juicio moral en Historia?...

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